Sergio de la Peña: Sacar a Nicolás Maduro del poder no es tarea únicamente de Estados Unidos, la vecindad americana debe involucrarse

Acabar con el régimen venezolano requiere de una acción conjunta de todos los países de la región. Advierte a los dictadores que no deben sobrepasar las “líneas rojas” de alerta, porque habrá consecuencias.

Por Maibort Petit

   Para Sergio de la Peña, ex-subsecretario adjunto de Defensa para Asuntos del hemisferio occidental, quien aspira a la gobernación de Virginia, es inadmisible que la tarea de sacar a Nicolás Maduro del poder en Venezuela se deje únicamente en manos de Estados Unidos. Sostiene que, si la vecindad de países circundantes al régimen no se involucra, será imposible acabar con la tiranía venezolana. Esa fue la razón, según esgrime, del fracaso de las acciones emprendidas durante la administración de Donald Trump que requirieron del concurso de todos los países de la región, pero el cual no se concretó.

Esta alerta la lanzó a propósito de solicitársele su evaluación de los hechos y las razones del fracaso de las acciones emprendidas en pro de poner fin a un régimen que no sólo ha llevado a la miseria a los venezolanos, sino que ha afectado a los países de toda la región, a los que ha arribado la oleada de inmigrantes que huyen del hambre y el caos en que el régimen chavista ha sumido a Venezuela. “Yo pienso que hay que tomar en cuenta lo más clave, que es la vecindad, todos los vecinos tienen que involucrarse (…) pero se deja esa tarea únicamente en manos de Estados Unidos, cúmplanlo”.

En tal sentido, De la Peña refirió que la administración de Donald Trump de la cual formó parte, tenía la convicción de que todos los países afectados participaría, pues era la manera más eficaz de lograr el cometido, pero no fue así. “Eso nunca se logró. Había gente que dudaba. Obviamente nosotros [el gobierno de Estados Unidos] estábamos dispuestos a ayudar, pero tenía que ser una acción contundente que tenía que incluir a todos los países vecinos, porque los más impactados por los 5 millones de inmigrantes venezolanos, eran los países vecinos, especialmente de Sudamérica. Ellos tenían que haber sido parte de la solución del problema”.

La estrategia socialista

A manera de paréntesis hay que subrayar que el conocimiento que Sergio de la Peña sobre la región y, particularmente, sobre Venezuela le viene de vieja data, toda vez que durante su carrera militar de más de 30 años contempló la agregaduría militar en la Embajada de EE. UU. en Caracas para el momento en que Hugo Chávez llegó al poder. Apunta que Fidel Castro le enseñó a Chávez cómo ganar el poder a través de unas elecciones, luego de su fracaso mediante una asonada militar. En esos comicios —tal vez los últimos o uno de los últimos transparentes realizado en Venezuela— actuó como observador internacional. A partir de entonces, el hoy finado exmandatario comenzó a consolidar su poder “a través de un conjunto de elecciones llenas de trampas (…) y ya vemos los resultados que eso ha tenido”. Esa fue la estrategia de los socialistas y comunistas, alcanzar por la vía democrática lo que las armas no le permitieron y luego instaurar sus regímenes.

Refiere que ya venía estudiando la figura de Chávez desde antes, incluso, llegó a conversar con él antes de que llegará a la presidencia. “Yo conocí al comandante Chávez y él me platicó de Mao y de cómo se armaban las guerrillas y todo tipo de cosas de esa índole, pero yo sabía que él tenía esa intención, porque yo había visto sus entrevistas, como la que dio en diciembre de 1994 en la Universidad de La Habana donde dijo, precisamente, todo lo que iba a cumplir”. Así que sabía perfectamente lo que vendría después de que Chávez ganara las elecciones, “porque yo ya había visto otros regímenes socialistas en distintas partes del mundo y el patrón que estaban utilizando era el mismo que había visto anteriormente. Lo que sí hicieron muy hábilmente fue obtener el poder con elecciones. Luego de que se instalan con elecciones cambia todo y ya vimos los resultados”.

Así lo advirtió a las autoridades en aquel entonces cuando era agregado militar. “Advertí que él era una persona que no iba a tener buenos resultados, que iba a llevar al país al socialismo”.

Estando ya de retiro, Donald Trump lo invitó a participar en su gobierno, al que ingresó como el funcionario del Pentágono de más alto nivel encargado de los asuntos del continente. Desde esa posición comenzó a trabajar el tema de Venezuela con más rigor, aún cuando desde la administración de Barack Obama se habían tomado algunas acciones, pero sin atacar a los principales miembros del régimen. Fue el gobierno de Trump el que, a su llegada, sancionó a Tareck El Aissami a través del Departamento del Tesoro.

Los intereses nacionales

Consultado acerca del papel del resto de las contrapartes, a saber, Chile, Colombia, Brasil y el resto de países latinoamericanos, en el diseño de las políticas para enfrentar el régimen de Nicolás Maduro, Sebastián de la Peña hace mención a los obstáculos que se presentaron para poder hacer efectivo el destronamiento del dictador venezolano.

Indicó que el grado de cooperación necesario no se alcanzó por parte de todos los países de la región, en razón al miedo que causa en América Latina el uso de la fuerza de las armas. Estados Unidos puso sobre la mesa todas las opciones, pero, en la tarea de derrocar a Maduro privaban, no únicamente los intereses de EE. UU., sino los de cada país.

Refiere que los intereses nacionales de cada nación se impusieron a la hora de considerar las acciones a tomar respecto a un país ajeno. “Nosotros hemos visto que en la historia ha habido conflictos entre vecinos y siempre tienen mal resultado. Entonces todo eso se tiene que tomar con una gran seriedad y eso es lo que se consideró y ya vimos los resultados. Tiene que haber una acción contundente, pero tiene que ser unificada y tiene que ser [asumida] por todos los vecinos”.

Y aunque reconoce que son importantes estas consideraciones de los países, es necesario que estos se den cuenta de una buena vez que al ser ellos los más directamente afectados por la amenaza que representa Venezuela, toda vez que el éxodo de venezolanos hacia sus geografías les pone una presión enorme a los servicios sociales de cada uno de esas naciones.

Venezuela es, a su juicio, el mayor peligro para la región, pues está produciendo todo tipo de miseria y provocando todo tipo de problemas e inestabilidad para el resto de la vecindad. “Eso es algo que tenemos que gestionar. Ahora, la manera para enfrentarlo, repito, es que todos los países tienen unirse para decirle a Nicolás Maduro que ya. Eso tiene que hacerse de una manera coordinada entre los vecinos”.

Alerta

Sergio de la Peña estima que, aunque el hemisferio occidental siempre ha mantenido una posición de colaboración con Estados Unidos, un clima que se mantuvo hasta el momento de su salida del Pentágono teníamos, cuando la región exhibía el mejor alineamiento con el libre mercado y el sistema de gobierno democrático.

Solamente tres países que estaban fuera de ese ámbito: Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Apunta que México y Argentina estaban un poco distantes, pero el gobierno de Trump había logrado una buena colaboración con ambos, “especialmente con México que es nuestro primer socio de intercambio comercial en el mundo. Ese equilibrio no siempre se mantiene, hay que tomar en cuenta que siempre hay fuerzas que quieren sacarlo fuera del orden y lo que estamos viendo ahora es que Bolivia parece que regresó más hacia la izquierda, más al socialismo. Estamos viendo lo que está pasando en Ecuador. Vamos a ver en qué resulta el cambio constitucional que va a haber en Chile y luego vemos lo que está pasando en Perú”.

¿Es real la opción militar?

Es cauto al ser consultado sobre la posibilidad cierta de que, antes o ahora en la nueva administración estadounidense, realmente esté planteada la opción militar para acabar con la dictadura de Nicolás Maduro.

“El dictador que piense que puede hacer lo que le dé la gana sin repercusiones, está muy equivocado. Ellos deben estar pendiente de ciertas líneas rojas, como decimos nosotros, que no se pueden cruzar, pero uno no las va a divulgar, uno tiene que mantenerlas ocultas, pero la persona que quiere provocar algún conflicto, debe saber que hay repercusiones”.

No revela cuáles son esas “líneas rojas”, pero advierte que existen y no deben ser sobrepasadas, porque ello traerá consecuencias.

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