Por Maibort Petit
@maibotpetit
El régimen de los Castro, al igual que los movimientos guerrilleros y los gobiernos totalitarios, se vale del tráfico de drogas como un mecanismo de financiamiento. Aunque tales señalamientos siempre ha sido difícil de comprobar, surgen elementos que revelan las relaciones y mecanismos implementados por los dictadores de la isla caribeña para obtener recursos que le permitan su supervivencia en el tiempo.
El narcotráfico ha sido una actividad delictiva que durante años ha servido para financiar tanto a movimientos guerrilleros como a regímenes totalitarios y comunistas cuando se han visto aislados en el concierto de las naciones por sus prácticas antidemocráticas o su imposición por la violencia como mecanismo para mantenerse en el poder o ejercer presión sobre la colectividad como es el caso de los primeros grupos.
El proceso de paz colombiano sirvió para hacer oficial lo que era vox populi en el mundo entero: Las FARC, como el resto de la guerrilla de la nación neogranadina se valían del tráfico de drogas para financiar sus actividades.
Regímenes como el venezolano, desde tiempos del fallecido Hugo Chávez hasta la administración de su heredero, Nicolás Maduro, al parecer, como se deduce de investigaciones llevadas a cabo en instancias judiciales y policiales en los Estados Unidos, dan cuenta de la incursión de grandes jerarcas de estos gobiernos en actividades delictivas de esta naturaleza. El caso de los familiares de la pareja presidencial venezolana, conocido como el de los “narcosobrinos”, pone de anteojo el uso arbitrario del poder para delinquir y enriquecerse indebidamente, tanto de los miembros de la cúpula gubernamental como de su entorno.
Caso aparte ha sido el cubano, el cual durante más de medio siglo ha logrado evadir toda investigación y ha sabido sortear las acusaciones que en algunos momentos han surgido señalándolo de mantener vínculos con el narcotráfico. De todos los señalamientos, en mayor o menor medida, ha logrado salir incólume y nada en concreto ha podido probarse en su contra pese a que desde varios países se señaló a Fidel Castro de haber contribuido al narcotráfico en América Latina. A la final poco o nada podía comprobarse.
Así había sido por lo menos hasta hace poco, cuando dos personajes cercanos tanto a Fidel Castro como al narcotraficante colombiano, Pablo Escobar, a saber John Jairo Velásquez alias “Popeye”, jefe de sicarios del finado jefe del Cartel de Medellín, reveló en su autobiografía los nexos que supuestamente mantendrían los hermanos Fidel y Raúl Castro con la red de narcotráfico tejida desde Cuba hacia México y los Estados Unidos.
Los detalles de la operación
Fragmentos del libro de “Popeye”, “El verdadero Pablo”, han sido dados a conocer por la prensa colombiana y en ellos el autor refiere la manera cómo se estableció la triangulación desde la isla caribeña para llevar adelante las actividades de narcotráfico con la anuencia del difunto dictador cubano y ahora con la de su sucesor y hermano.
Es más, Velásquez asegura que era Raúl Castro la persona encargada de recibir los cargamentos de droga toda vez que era quien estaba al frente del ejército cubano, al tiempo que agregó que en cada vuelo se despachaban entre 10 mil 12 mil kilos de estupefacientes con la mirada complacida de Fidel Castro. Refiere una nota del diario La Prensa de Nicaragua, publicada el 29 de noviembre de 2016.
A Popeye no lo amedrentan los señalamientos de que es sumamente difícil creerle a una persona con su prontuario cuando intenta involucrar a un líder mundial y, entonces salta al ruedo con la advertencia de que él no niega sus crímenes pero tampoco dejará que se catalogue de “líderes” a unos dictadores como los Castro.
Y para ilustrar sus acusaciones refiere una anécdota:
“A mí me puede llamar bandido, no hay problema. Pero le voy a contar más. A mi Pablo Escobar me envía al aeropuerto de México, del D.F., a encontrarme con el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. Sí, así como lo escucha. A él le entregué una carta de parte de Pablo Escobar, es carta era para Fidel y Raúl Castro. Pablo Escobar le estaba pidiendo a Fidel un submarino ruso para llevar la droga desde México a La Habana, y con el submarino a Miami”[1], se lee en la nota.
John Jairo Velásquez asegura que Pablo Escobar y Castro entablaron amistad desde los tiempos en que estuvo en Nicaragua, aunque nunca tuvieron contacto personal sino epistolar y a través de terceras personas. El nexo entre ambos surgió mediante el comandante del M19, Álvaro Fayad y del guerrillero colombiano, Iván Marino Ospina. Pero en Infobae se dice que habría sido Jorge Avendaño, alias “Cocodrilo”, a través de Raúl Castro.
La revista Semana dice que fue Avendaño el contacto que permitió a Pablo Escobar relacionarse con Fidel Castro quien gira instrucciones para que la operación se concrete con Raúl Castro.
El Cocodrilo habría viajado a Cuba con un pasaporte falso y coordina todo con Raúl el trabajo que en Semana se describe de la siguiente manera:
“La droga se empacaba en condones y luego se unían varios preservativos en paquetes de un kilo, envolviéndolos en bolsas plásticas que eran selladas con cinta adhesiva. Salía del puerto de Buenaventura navegando hasta las costas mexicanas, donde era recibida por los socios locales; inmediatamente llegaba, era subida a aviones con matrícula mexicana y despachada rumbo a Cuba.
Con el apoyo de las autoridades cubanas, los aviones procedentes de México no tienen problema alguno. Allí, los militares cubanos, al mando del general Ochoa y el oficial Tony la Guardia, bajo instrucciones directas de Raúl Castro, se hacían cargo de la mercancía, custodiándola para posteriormente embarcarla en lanchas rápidas, tanqueadas con gasolina por cuenta de los cubanos, con destino a Estados Unidos, entrando por Cayo Hueso. Las lanchas iban y venían varias veces durante esas jornadas. Ya en costas estadounidenses, la droga era recibida por el ‘Mugre’, quien con su gente la trasladaba a varias caletas, situadas en Kendall, Boca Ratón y el mismo Cayo Hueso. Estas caletas eran casas residenciales, en donde se perforaba el terreno y, en tubos de PVC, para que no se humedeciera la cocaína, se enterraba la droga, esperando a ser distribuida en pequeñas cantidades a los minoristas, para ser comercializada en todo Estados Unidos. Cada caleta tenía capacidad de almacenamiento de hasta 2.000 kilos”[2].
Todo este entramado habría llegado a su fin a raíz de un decomiso efectuado por la DEA — sostiene Popeye — lo levantó un escándalo y significó el fin de la ruta cuando los cubanos detenidos en la operación delataron a los involucrados. Las averiguaciones de la oficina antidroga estadounidense apuntaron hacia el Cartel de Medellín y el gobierno cubano.
En el portal Infobae se amplían las declaraciones de Velásquez en una nota del 28 de noviembre de 2016, en donde manifiesta el beneplácito que experimentó Pablo Escobar sobre sus relaciones de narcotráfico con Raúl Castro. “Pablo (Escobar) estaba feliz con esa ruta (Colombia-México-Cuba-Estados Unidos). Decía que era un placer hacer negocios con Raúl Castro, pues era un hombre serio y emprendedor”.
Y se explayó en detalles refiriendo que esta operación se mantuvo por dos años aproximadamente bajo la conducción de “militares cubanos al mando del general (Arnaldo) Ochoa y el oficial Tony de la Guardia, bajo instrucciones directas de Raúl Castro (…) Esta ruta llenó las arcas del Patrón (como se le llamaba a Escobar), quien se encontraba ilíquido al comenzar los negocios con los cubanos, pues la guerra con el Estado colombiano (para evitar la extradición) le había demandado muchos recursos”[3].
En esta publicación detallan que Popeye aseguró que “los cubanos reciben 2.000 dólares por cada kilo de droga transportada y 200 dólares por cada kilo custodiado”.
La farsa de Fidel
La revista Semana indica que Fidel Castro no permaneció impasible cuando el escándalo que lo involucraba estalló y, en tal sentido, dispuso toda una farsa de investigación a manera de lavarse la cara y, de paso, la de su hermano, Raúl Castro. Se anunció de manera rimbombante que “la Revolución Cubana fue penetrada por el narcotráfico, en manos de unos apátridas y malos hijos, enquistados en el ejército revolucionario”.
Y dispusieron de un chivo expiatorio: el general Arnaldo Ochoa y once personas más que terminaron como los únicos responsables de todo este embrollo. Lo demás es historia, el general Ochoa fue fusilado junto a sus más cercanos colaboradores.
“Ante la comunidad internacional, el gobierno cubano cree haber puesto una cortina de humo al escándalo. Sin embargo, frente a los norteamericanos, la cosa es a otro precio. Me cuenta Pablo Escobar que, en un computador de la CIA y en las oficinas del Pentágono, duerme el caso. Pero no ha muerto, simplemente lo tienen archivado con el sellito de ‘información clasificada’ (…) Después de ese suceso, las comunicaciones entre Fidel Castro y Pablo Escobar tuvieron que silenciarse. No obstante, Pablo propuso a los militares cubanos canjear armas de fabricación rusa por droga, pero éste negocio nunca se concretó”.
Contacto Magazine agrega en nota sin fecha, que lo dicho por Velázquez coincide con lo afirmado por Fidel Castro durante una reunión del Consejo de Estado de Cuba, donde el gobernante la emprendió contra Ochoa y sus socios catalogándolos como “…unos hijos de puta, (al) tratar de mezclar a Raúl en esto”.
En esa ocasión Fidel Castro agregó que “si en algún lugar se sabe lo que hace la gente es en el MINFAR (Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias)”, lo cual corroboraba que lo difícil que habría sido para Ochoa y su gente llevar a cabo actividades de esta envergadura sin que sus jefes lo supieran.
“Desertores y expertos en temas cubanos han indicado que es imposible en Cuba realizar actividades como las que menciona ‘Popeye’ ahora y que se ventilaron en el juicio contra Ochoa y De la Guardia, sin que Fidel y Raúl Castro conozcan tales actividades, debido al absoluto control que ambos ejercen no sólo sobre las fuerzas armadas y los aparatos de inteligencia, sino sobre toda la sociedad cubana (…) Durante el juicio por narcotráfico de Ochoa y De la Guardia, prestó testimonio el entonces jefe de la contrainteligencia militar cubana, quien a una pregunta del fiscal respecto a cómo se había enterado de las operaciones de los acusados, el oficial respondió contradictoriamente que todo comenzó con una ‘orden del comandante en jefe (Fidel Castro)’ para que se investigara el caso (…) Expertos cubanos han comentado que un proceso de investigación de la contrainteligencia militar, por lógica, no empieza con una orden del jefe de Estado, sino al revés, con información que los servicios de inteligencia entregan al gobierno. Agregan que es imposible que un jefe de gobierno sepa más que su jefe de contrainteligencia militar y le ordene que investigue un delito”[4], reza la publicación.
Antecedentes
Pero esta no fue la primera vez que un narcotraficante involucraba al dictador cubano con el narcotráfico.
Ya en 1991 el narcotraficante colombiano, Carlos Lehder Rivas, mientras pagaba condena en una cárcel de Estados Unidos, aseguró que Fidel Castro estaba directamente implicado en el tráfico de estupefacientes, como lo reseñó el diario El Tiempo el 7 de junio del citado año.
Lehder sostuvo ante la televisión británica que él jamás hubiera podido entrar a la isla sin el consentimiento de Castro y agregó que el gobierno antillano permitió que aviones procedentes de Colombia con cargamentos de droga hicieran escala en Cuba para reabastecerse de combustible y de allí proseguir a los Estados Unidos.
La nota de El Tiempo refiere que el programa de la televisión británica investigó el tema y obtuvo las declaraciones de un ex-agente de los servicios secretos cubanos que aseveró haber visto a Fidel Castro ordenar que se creará una compañía cuyo objetivo fuera encubrir el tráfico de drogas.
Dispatches — que así se llama el programa de TV que hizo la entrevista y la averiguación — destacó que “muchos miembros del Ejército cubano fueron responsables de ser utilizados por el Cartel de Medellín para ayudar a transportar hasta seis toneladas de cocaína desde los aviones hacia los barcos con destino a Estados Unidos, con un valor en la calle de unos 150 millones de dólares durante un período de año y medio”[5].
El trabajo periodístico determinó que las evidencias demostraban operaciones de tráfico de drogas en las que se involucraban hasta quince embarcaciones todas las semanas y detalló que el gobierno cubano actuaba como intermediario del narcotráfico desde principios de los años ochenta, “desde que llegó a la isla Robert Vesco, el fugitivo acusado en Estados Unidos de desfalco millonario de fondos mutuos”.
Quería Fidel Castro, de acuerdo a las investigaciones, valerse del narcotráfico como estrategia de guerra contra Estados Unidos y para obtener divisas.
De vieja data
En un viejo artículo de Marcelo Fernández-Zayas reseñado en el portal Guaracabuya, este advertía que era sumamente difícil determinar cuándo Cuba comenzó a involucrarse en el narcotráfico y citaba que algunos, como Rodríguez Menier (Coqui), estimaban que estas actividades tendrían su origen en la década de los años ’70, pero esto es impreciso y por ello él prefería hablar de lo que estaba en capacidad de probar y afirmaba que había comenzado a principios de la década del 80.
Refería que el “colombiano Fabio Vázquez Castaño, vinculado a movimientos insurgentes colombianos logro establecer contacto con Manuel Piñeiro Losada (Barba Roja), director del Departamento América, sección de inteligencia del Partido Comunista Cubano. Vázquez Castaño propuso un negocio que consistía adquisición de armas de Cuba y pagos en cocaína. Piñero, expuso, a los más altos gobernantes cubanos que las drogas con destino a los Estados Unidos eran un elemento desestabilizador del gobierno y sociedad de este país. Al mismo tiempo, la cocaína era el equivalente a moneda convertible y por otro lado se ayudaba a los rebeldes colombianos. El negocio fue aprobado. La más alta jerarquía de Cuba era Fidel Castro, su hermano Raúl y el general y Ministro del Interior José Abrahantes. Aunque los hermanos Castro negaron conocimiento de este negocio, el mismo tenía forzosamente que ser conocido por el jefe de todos los servicios de inteligencia, general José Abrahantes”[6].
Y aunque el gobierno cubano insistía en afirmar que los cargamentos de droga confiscados eran destruidos mediante incineración, en realidad los estupefacientes eran almacenados en los depósitos del Ministerio del Interior, MININT. Quien se encargaba de supervisar la supuesta destrucción era el teniente coronel de apellido Del Rosal, quien estaba casado con una hija del jefe de inteligencia de Cuba, general Ramiro Valdés “Ramirito”. Fuentes de gran credibilidad, según Fernández-Zayas, aseguraron que lo que en realidad se incineraba eran desperdicios, es decir, basura. “La verdadera droga era transportada a barcos de la Marina de Guerra de Cuba, al mando del Almirante, Aldo Santamaría Cuadrado, quién después la transportaba a naves de contrabandistas o traficantes no residentes en Cuba”.
Luego las autoridades de Estados Unidos determinaron que los canjes de armas a insurgentes colombianos por droga, eran de origen estadounidense compradas enVietnam y la orden del intercambio emanaba del propio Raúl Castro.
Fernández-Zayas también hace referencia al coronel, Antonio de la Guardia Font, a quien cataloga como un James Bond del Caribe y quien junto a su hermano gemelo Patricio, habría estado más interesado en la dolce vita que en la política, pero que terminaron relacionados con Fidel Castro cuando a este le interesó su manera de desenvolverse.
Solía cumplir Antonio De la Guardia misiones especiales de inteligencia asignadas por el propio Fidel Castro en los Estados Unidos, donde el primer había estudiado su educación secundaria. Le encomendó, por ejemplo, “atraer un grupo de exiliados cubanos para un ‘diálogo’ en la década del 70. Este diálogo era parte de un proceso de acercamiento a Cuba por la administración del presidente Jimmy Carter, quién delegó su implementación al Secretario de Estado Cyrus Vance. Como resultado de este intento de acercamiento, los viajes legales a Estados Unidos de Tony De la Guardia se multiplicaron”.
De la Guardia iba con abundante efectivo y compraba gran cantidad de equipos electrónicos, lo que llamó la atención de quienes lo vigilaban desde el gobierno de EE. UU.
Fernández-Zayas también hace referencia a José “Pepe” Abrahantes, quien llegó a ser uno de los hombres más poderosos del gobierno cubano. Se comenta que enun cumpleaños de Fidel Castro le regaló una maleta llena de dólares y solamente comentó: “unos dólares para la revolución”.
Pues bien, Abrahantes se involucró con el narcotráfico de acuerdo a lo afirmado por Marcelo Fernández-Zayas, “posiblemente inducido indirectamente por el mismo Castro. Tal vez, uniéndose a los gemelos De la Guardia que desde hace tiempo estaban en este negocio utilizando, principalmente Panamá, México y Nicaragua.
Refiere que Tony De la Guardia era el jefe de una sección del Ministerio del Interior conocida como “MC (moneda convertible o en broma conocida como moneda capitalista o marihuana y cocaína)”.
Abrahantes aparte de ministro del Interior era jefe de la guardia personal de Castro y tenía el poder de tomar decisiones en algunas ocasiones a nombre de Castro que este terminaba ratificando.
Las averiguaciones de Fernández-Zayas refieren que varios factores incidieron para que se produjera la crisis del ’89 fue que Pablo Escobar se quejó con el presidente de Panamá, Solís Palma, de que los cubanos no estaban cumpliendo lo pactado con él, puesto que una patrulla le había interceptado uno de sus cargamentos en aguas de la isla. Se determinó que también se dedicaba a actividades de contrabando y todo terminó convertido en un escándalo. Se decía que Abrahantes tenía millones depositados en bancos extranjeros.
Abrahantes fue encarcelado cuando ya no fue posible ocultar más sus actividades, lo cual fue un duro golpe para Fidel y Raúl Castro.
Fusilar a Ochoa y a los otros implicados en el sonado caso no detuvo las operaciones de narcotráfico de Cuba, sino que, por el contrario, despertó un gran interés por obtener dólares fácilmente con esta actividad que se mantiene hasta la actualidad, pero habrá que hilar muy fino para determinar con precisión el modus operandi y los protagonistas de tales actividades.
[1] La Prensa. “La relación ‘secreta’ entre Pablo Escobar y Fidel Castro”. 29 de noviembre de 2016. http://www.laprensa.hn/mundo/1022036-410/la-relaci%C3%B3n-secreta-entre-pablo-escobar-y-fidel-castro
[2] Semana. “Los secretos de ‘Popeye’”.
http://www.semana.com/portada/articulo/los-secretos-popeye/74292-3
[3] Infobae. “La historia secreta sobre la relación entre Fidel Castro y Pablo Escobar”. 28 de noviembre de 2016. https://www.infobae.com/america/america-latina/2016/11/28/la-historia-secreta-sobre-la-relacion-entre-fidel-castro-y-pablo-escobar/
[4] Contacto Magazine. “Fidel y Raúl Castro Vinculados al Narcotráfico”. http://contactomagazine.com/narcotrafico0814.htm
[5] El Tiempo. “Lehder implica a Fidel Castro en narcotráfico”. 7 de junio de 1991. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-97411
[6] Guaracabuya. “Cuba: Historia del narcotráfico”. http://www.amigospais-guaracabuya.org/oagmf007.php
Solo para solidarizarme por tu periodismo de investigación y descubrimiento de la verdad . Adelante Maibort
MAIBORT PRIMERO QUE TODO ,TENGO DARTE MI SALUDO DE FELICITACION POR ESTE NUEVO AÑO 2018 QUE COMIENZA Y TAMBIEN DE NUEVO, FELICITARTE POR ESE TRABAJO TAN NITIDO, ENTENDIBLE Y PROFESIONAL QUE LE TRASMITES A TODOS TUS LECTORES Y ASIDUOS SEGUIDORES.
UN FUERTE ABRAZO Y SINCERO SALUDO.
Excelente trabajo! Feliz y saludable 2018 ! 😆😍
Maula maduro ——> Fidel y Raúl Castro FARC
Capo cabello —-> T Shannon y otras élites políticas de Estados Unidos
Tarek Terrorista el aissami —-> Hezbollah Irán
El innombrable , la mayor desgracia del pais, convirtió a Venezuela en centro neurálgico de narcotrafico
ESTO CONFIRMA MI TEORÍA CUBA ES LA PLAGA DE LA REGIÓN HAY QUE ACABAR CON ESTA ISLA
Te rectifico: hay que acabar con los asesinos de los Castros. Los cubanos de a pie no tienen la culpa y no debemos acabar con la isla, sino acabar con los Castros y sus mafiosos modos de corromper al mundo…