Reinaldo Figueredo Planchart: Para reconstruir a Venezuela se debe castigar a los culpables de la crisis

Buscando voces de expertos que sean capaces de entender y vislumbrar una salida sostenida al grave conflicto que vive Venezuela, estuvimos en Marsico Nuovo, un pueblo medieval ubicado en la provincia de Potenza en la región de la Basilica, al sureste de Italia. Allí tuvimos oportunidad de conversar con un venezolano que conoce perfectamente la situación país y que tiene la experiencia de haber trabajado en varios procesos de paz en la región. Aquí les dejo una pequeña parte de la larga conversación que sostuve con él.



Por Editor-Multimedia (E.L)

     De manera categórica, el exdiplomático y alto exfuncionario del primer y segundo gobierno del expresidente Carlos Andrés Pérez, Reinaldo Figueredo Planchart, advirtió que no puede haber impunidad con los responsables de la grave crisis que padece Venezuela, por lo que es estrictamente necesario aplicar todo el peso de la ley a los culpables de esta situación que vive el país.


     El también exasesor de las Naciones Unidas y quien, además, formó parte de la Comisión de la Verdad para El Salvador —que buscaba el fin de la guerra civil de la nación centroamericana que dejó miles de muertos durante sus 12 años de duración— destacó que durante el período de transición que opere luego de la caída del régimen, debe imponerse la aplicación de la justicia. Y es que, como lo sentenció tajantemente, la impunidad no debe tener lugar en la nueva Venezuela.


    Figueredo Planchart habló sobre la transición y sobre la importancia que esta tiene para lograr una unión en el país, alcanzar el equilibro en la aplicación de la justicia y el manejo de la impunidad de los culpables del conflicto venezolano. 


— ¿Alguna vez Carlos Andrés Pérez acordó con Fidel Castro hacer algo parecido a lo que Hugo Chávez hizo cuando llegó al poder?


— No. Hubo un acercamiento muy fuerte porque era necesario un diálogo con Fidel Castro, sobre todo por el tema de Centroamérica. Él lo tenía claro y, de hecho, yo fui uno de los que intervino, por indicación de Carlos Andrés, para tratar de tener una relación, no diría complementaria sino menos agresiva. Un ejemplo de la visión que tuvo Carlos Andrés desde su primer gobierno fue cuando se nacionalizó la industria petrolera en Venezuela. Para la época hubo una negociación y se le compró a las compañías petroleras el tiempo que les quedaba de las concesiones. Pero al no estar satisfechas, las compañías petroleras trataron de ahorcar al gobierno de Carlos Andrés. El mismo año de la nacionalización [1º de enero de 1976] llegó el mes de diciembre [1976] y decían que no había podido colocar unos barriles de los 3 millones que exportaba en ese momento Venezuela.


      Pérez, contra la opinión de Rómulo Betancourt y del núcleo que no quería nada con el comunismo, con el imperio ruso, fue a Rusia. Me tocó a mi [ir porque el Ministro correspondiente no quiso participar por indicaciones de Rómulo Betancourt] para firmar un acuerdo técnico, pero que tenía una connotación política que consistía en que Venezuela le daba a Cuba 35 mil barriles que era lo que necesitaba en ese momento y que eran suministrados por la Unión Soviética y ellos (la URSS) a su vez le entregaban a un cliente que teníamos en España, 25 mil barriles. Seguíamos ganando los dos por el transporte, pero la colocación era un asunto más político. 


   Carlos Andrés se convierte en el primer presidente venezolano que va a la URSS a firmar un acuerdo petrolero, porque las compañías de petróleo no querían colocar el petróleo que necesitábamos y qué fue lo que sucedió, que en menos de 10 días teníamos colocados los 3 millones de barriles. El gobierno de EE. UU. y las compañías de petróleo se fueron, y era una fuente importantísima dentro del hemisferio que se nos iba para el otro lado.


      Yo no creo que Carlos Andrés Pérez estuviera pensando en llegar a esos extremos ni mucho menos, primero porque eso hubiese sido un conflicto de guerra, pero ciertamente es un elemento a tener en consideración. Hay que ponderar todas esas cosas.


La historia como maestra


      Reinaldo Figueredo Planchart advierte acerca de la importancia de conocer la historia y aprovechar la experiencia para actuar y tomar decisiones acertadas, alejadas de la improvisación. Solamente el conocimiento impedirá la repetición de errores. Desestimar al chavismo y su acción durante todos estos años en que ha operado en Venezuela es, a su juicio, igualmente un desacierto.


      En este sentido llama a estar preparados para actuar, pues “todos estos años que han pasado de chavismo, y como está el chavismo, y cómo está el país, va a ser muy difícil de neutralizar lo que se ha acumulado, dado que es de tal envergadura que no hay gobierno en Venezuela de transición que vaya a estar libre de ataques por todos lados”.


Vías para zanjar el conflicto


     Ante la interrogante sobre qué hacer en Venezuela para zanjar el conflicto, así como también para castigar a los criminales responsables de la grave situación país y cómo manejar el tema de la impunidad en caso de que se logre alcanzar un acuerdo, Reinaldo Figueredo Planchart se remite a la historia y recuerda el tribunal creado en 1967 por el escritor y filósofo Bertrand Russell para juzgar la guerra de Vietnam desde la perspectiva del derecho internacional que rige las relaciones entre los países.


      En tal sentido, apunta,en primer lugar, que trató de convencer a una persona —no revela su nombre— de instaurar en Venezuela una instancia similar al tribunal de Russel, con el objetivo de cerrarle los espacios a los responsables de la tragedia venezolana. Admite, eso sí, que las acciones que se han tomado —las sanciones— les han afectado, pero no son suficientes pues, de alguna manera, encuentran algo de “combustible” para seguir operando. Refiere que la gran cantidad de dinero —los centenares de miles de millones, dice— que está colocado en entidades en todas partes del mundo les permitirían actuar “para hacer cualquier tipo de barbaridad que va desde la liquidación de un individuo que consideren que es peligroso hasta cosas de mayor envergadura”, por lo que es necesario impedir que accedan a él porque ello les permitirá la supervivencia. Es tajante en insistir en que la impunidad no se puede permitir.


      Por otra parte, hace mención a la comisión de la verdad como un mecanismo a implementar, pero alerta de la necesidad de instituirla con sumo cuidado para no repetir los mismos errores que señala la historia. Es así como puso como ejemplo, el acuerdo de paz que negociaron los salvadoreños con Naciones Unidas, principalmente con 4 países, Colombia, México, España y Venezuela, que sirvieron de mediadores. En dicha comisión de la verdad Figueredo Planchart participó invitado por la secretaría general de la ONU.


Recuerda que en el caso de El Salvador se trató de los escuadrones de la muerte, grupos paramilitares de extrema derecha, conformados por militares, policías sin uniforme y civiles que ejecutaron acciones en contra de opositores políticos o sospechosos de ser opositores al gobierno y al sistema político vigente en la nación centroamericana durante durante la guerra civil.


     Allí, refiere Figueredo Planchart, la mayor parte de los desastres fueron ocasionados por la extrema derecha, el ejercito salvadoreño y la guerrilla, entes que hicieron “cosas terribles y tenían que ser juzgados, pero esto no podía hacerse porque no se planteó en el informe. Y no se planteó porque luego de haber muerto el principal coordinador de los escuadrones de la muerte, quedó en manos de otro que era quien nombraba jueces y era a su vez el responsable”. Se acordó que los involucrados no podrían ejercer funciones públicas, pero cuando el gobierno salvadoreño vio los nombres de las personas que participaron de estas acciones, elaboraron una ley que otorgó perdón por 20 años “para todo el mundo. En los acuerdos se había establecido que se podía decretar la impunidad, pero no en los casos que estaban identificados por la comisión de la verdad y cuando ellos supieron los [nombres de las personas involucradas] que venían, incluyeron los casos”.


    Con sustento en estas experiencia, Figueredo Planchart advierte que si bien el país tiene planteada la necesidad de la reconciliación de los venezolanos, pues sin ella no hay reconstrucción del país, no se puede perdonar a los principales responsables.


   “Tomará generaciones de generaciones y habrá odio como hubo en España en la guerra civil, y luego de lo de Franco, pero tampoco puede haber perdón por lo que hicieron los principales responsables respondiendo a los intereses de donde sea, cubanos o de otra naturaleza, tendrá que haber justicia. Entonces, hay que pensar bien y ser muy equilibrado dentro de la transición para saber cómo aglutinamos de nuevo la nacionalidad venezolana”.







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