En un escenario de creciente tensión política y social, el canciller venezolano Yván Gil, emitió una serie de declaraciones que revelan cómo el gobierno busca enfrentar la crisis interna y la percepción pública. Es esta la estrategia del régimen de Maduro para deslegitimar a María Corina Machado, a través de la calumnia y acusaciones sin fundamento.
En su discurso ante el Cuerpo Diplomático en la Casa Amarilla, Gil lanzó acusaciones que vinculan a la oposición con el crimen organizado, complots internacionales y ataques cibernéticos. Todo, en un intento por deslegitimar a sus adversarios y reforzar la narrativa gubernamental.
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Crimen organizado y oposición: acusaciones graves
Uno de los puntos más llamativos de la declaración del canciller fue afirmar que la oposición venezolana habría contratado a organizaciones criminales, como el Tren de Aragua y el Tren del Llano, para llevar a cabo un golpe de Estado. Se trata de bandas conocidas en Venezuela por su alta peligrosidad, por lo que la supuesta vinculación con la oposición representa una acusación extremadamente grave.
Este tipo de señalamientos buscan deslegitimar a la oposición presentándola como un actor que recurre a métodos ilegales y violentos para alcanzar sus objetivos. Además, podría servir como pretexto para justificar medidas represivas contra los líderes y seguidores opositores, bajo el argumento de que están involucrados en actividades criminales.
Esta estrategia es parte de un esfuerzo más amplio para consolidar el control del régimen y sofocar cualquier disidencia.
El enemigo externo: CIA y Estados Unidos en la mira
Yván Gil también acusó a la CIA y a Estados Unidos de estar detrás de un «formato de delincuencia organizada» dirigido a desestabilizar a Venezuela. Esta retórica antiestadounidense no es nueva en el discurso oficial, pero su repetición en este contexto sugiere una intención de reforzar la narrativa de que el país está bajo un ataque constante de potencias extranjeras.
Al presentar a Estados Unidos como el cerebro detrás de estos supuestos complots, el régimen intenta unir a sus seguidores contra un enemigo común. Esta táctica también desvía la atención de los problemas internos, como la crisis económica y social, al tiempo que refuerza la idea de que Venezuela necesita un liderazgo fuerte para defenderse de amenazas externas.
Ciberataques: el nuevo campo de batalla
Otro tema destacado por el canciller fue el supuesto «golpe cibernético» contra las instituciones venezolanas. Según Gil, la cancillería ha sido objeto de millones de ataques cibernéticos, lo que, según él, forma parte de un esfuerzo más amplio para desestabilizar el país.
Aunque los ataques cibernéticos son una amenaza real en el mundo digital actual, su mención en este contexto parece destinado a reforzar la percepción de que el gobierno está bajo asedio en múltiples frentes. Al señalar que, incluso, una página web informativa sufre ataques, el gobierno busca ilustrar la gravedad de la situación y justificar posibles medidas de control o defensa en el ámbito digital.
Influencers y campañas de desestabilización
Gil también acusó a los influencers de participar en una campaña de desestabilización financiada por «agentes extraños». Según el canciller, estos influencers han sido pagados para promover una narrativa que socava la legitimidad del gobierno venezolano.
En un mundo cada vez más digital, la influencia de las redes sociales es significativa. Al caracterizar a los influencers críticos como parte de un complot extranjero, el gobierno intenta deslegitimar las críticas que estos puedan hacer. Esta estrategia subraya la importancia de la batalla por la opinión pública en el ámbito digital y la preocupación del gobierno por controlar la narrativa en este espacio.
La oposición y su desafío a las instituciones
Yván Gil cuestionó la legitimidad de la oposición y lo hizo con el argumento de que su rechazo a las instituciones del Estado, les impide obtener el reconocimiento del pueblo. Este argumento busca mostrar a la oposición como incoherente y carente de legitimidad.
Esta afirmación refuerza la posición del gobierno como el único actor legítimo en la política venezolana. Al deslegitimar a la oposición, el gobierno busca consolidar su control sobre las instituciones y presentar cualquier desafío a su poder como ilegítimo y contrario a los intereses del pueblo.
Normalidad en las calles: una falsa narrativa de estabilidad
El canciller concluyó su discurso con la afirmación de que «lo que se vive en las calles de Venezuela es una absoluta normalidad», lo que sugiere que cualquier intento de movilización opositora no tiene un apoyo significativo.
Al insistir en la «normalidad» en las calles, el gobierno intenta proyectar una imagen de estabilidad y control, aunque esta versión contradice los informes de tensiones y dificultades en la vida cotidiana de los venezolanos. Esta narrativa es útil para descalificar las protestas y justificar la continuidad del gobierno en el poder, presentando cualquier manifestación de disidencia como marginal y poco representativa.
Una estrategia para consolidar el poder
Las declaraciones de Yván Gil se enmarcan en una estrategia de comunicación destinada a reforzar la legitimidad del gobierno venezolano, mientras deslegitima a la oposición, en particular a María Corina Machado.
Al vincular a sus adversarios con el crimen organizado, complots internacionales y campañas de desestabilización, el gobierno no solo busca justificar su permanencia en el poder, sino también preparar el terreno para posibles medidas represivas.
Mientras tanto, la insistencia en la «normalidad» en las calles y la falta de apoyo popular a la oposición son intentos de consolidar la narrativa de que el gobierno sigue siendo el único actor legítimo en Venezuela, a pesar de las crecientes críticas y desafíos tanto internos como externos.