Redacción ┋Maibort Petit
En la actualidad aunque el “modelo de desarrollo económico del socialismo venezolano enfrenta más complejidades que nunca antes, tanto por las contradicciones históricas de la estructura económica nacional, como por el bloqueo y la pandemia”, tal circunstancia debe ser vista como una “oportunidad histórica” que permitirá “dar el deseado ‘salto adelante’ en la senda postrentista, donde la industria petrolera, hoy con grandes carencias, sea una palanca de impulso a los demás sectores productivos del país”.
Quien así lo expresa es Fernando Bastidas Calderón en su columna “Notas para la resistencia económica” del Boletín número 17, “Economía política y revolución”, correspondiente al mes de agosto del presente año 2020 que edita la Vicepresidencia de economía productiva del PSUV.
No hay referencia en el artículo a que pesar de haberse montado el finado Hugo Chávez en la presidencia de la república con la promesa de acabar con el rentismo característico de una economía en la que el ingreso no tiene contrapartida productiva, pues no es resultado del esfuerzo del trabajo y el capital, sino de la condición de propietario del país de la tierra y las materias primas que en ella existen, el mandatario acentuó dicha condición en lugar de diversificar la economía nacional.
Bastidas, quien es el secretario del Área Económica del estado Falcón y gerente general de la Zona Franca, sostiene que la territorialización —impulsada “acertadamente” por la revolución bolivariana— es el método que les permitirá alcanzar resultados tangibles.
Refiere el dirigente del PSUV, quien para nada menciona la política expropiatoria emprendida por el chavismo en los últimos 20 años y mucho menos el desmantelamiento que ha operado en la industria nacional, que el concepto de lo territorial es vital para la transformación de materias primas en bienes intermedios o de consumo final que deben estar asociados a las características del entorno y, por lo tanto, no son iguales en todas las regiones del país.
Para Bastidas Calderón, el establecimiento de una economía no rentista tiene tres grandes «puntos de partida», el primero, las necesidades esenciales de la población desagregadas territorialmente; segundo, identificar el potencial productivo que cada territorio para su aprovechamiento; y tercero, “las limitaciones derivadas del bloqueo criminal sostenido por el imperialismo norteamericano y las alternativas factibles”.
Obvia por tanto Bastidas, el deterioro económico experimentado en Venezuela desde mucho ante de las sanciones económicas que el gobierno de los Estados Unidos ha impuesto a personeros del régimen chavista, el colapso económico ya era una realidad, toda vez que Chávez y su sucesor Maduro levantaron una economía de importaciones sustentada en la alta renta petrolera.
Hace mención a un sistema total en el que sean delineadas las “diversas acciones económico productivas en cada etapa” en las que cada una de estas sea expresión de un sistema integrado en los que cada parte se complementen entre ellas, “para no cometer errores del pasado”. En tal sentido, Bastidas se remite a lo afirmado por Nicolás Maduro respecto a la “Gran Misión Agro Venezuela” cuando esta habría afirmado que las semillas son el vértice de esta política.
Finaliza su artículo Fernando Bastidas Calderón advirtiendo que no basta con formular objetivos o metas numéricas, sino que es menester tomar en cuenta “las variables que afectan los procesos en las distintas áreas, identificar aquellos estructurales en su nivel territorial correspondiente y los que se pueden desagregar en el territorio”.