La Revolución de Chávez en las “manos de Dios”

 Por Maibort Petit 

        A pesar de sus prolongadas y férreas peleas con la religión,  Hugo Chávez y sus seguidores le entregaron a “Dios” la continuidad de la revolución. Y es que la enfermedad “inesperada” de Hugo Chávez compromete  el futuro de un proyecto político que, entre otros males, sufre las secuelas generadas por la omnipresencia del líder todopoderoso que copó la escena nacional e internacional y que secuestró todos los poderes públicos de la otrora democracia venezolana.
        De nada valió en manejo de campañas de desinformación, de marketing político, y los videos que, grabados con alguna torpeza, intenta convencer a los  venezolanos y al mundo que Hugo Chávez está en capacidad de gobernar al país desde La Habana. 
    Lamentablemente, el panorama que se vive  Venezuela está muy lejos de parecerse al que Chávez, Fidel y sus otros de sus socios pudieran desear para garantizar el mantenimiento de un sistema de gobierno implantado desde 1999.  

    Las consecuencias de un régimen personalista se están sintiendo en Venezuela, que tras la ausencia del caudillo, se convirtió en un país paralizado por completo. 
      El cáncer que padece Hugo Chávez hizo metástasis en el chavismo que ha dado pruebas fehacientes de su enorme  incapacidad para gobernar a un país infectado con problemas de toda naturaleza, y que parece sucumbir ante los desafíos que se heredan de unas de las más nefastas administraciones que haya tenido Venezuela desde de independencia.
      Los cuadros chavistas no han reaccionado aun ante la grave enfermedad de su Comandante. ”El Invulnerable” luce agotado, preso de un mal que le dejará secuelas, y que le niega toda la posibilidad de volver con éxito a ponerse al frente  de un gobierno que con él o sin él, se encuentra absolutamente descontrolado e incapaz de dar respuesta satisfactorias, a una ciudadanía cada vez más impaciente  y  dispuesta a producir un cambio que le permita, de alguna manera, rescatar algunos de sus derechos.   

       La cúpula de poder en Venezuela sufre de anomia. La noticia del cáncer los ha dejado huérfanos, y ha desatado los demonios ocultos en los nada “filántropos revolucionarios” que ven más cerca ahora, el camino de  ponerle las manos a lo poco que queda de la famosa gallina de los huevos de oro, pero que no encuentra la vía para actuar sin “despertar” los demonios de sus compañeros de partido.
       Las peleas entre las facciones chavista han contribuido a agudizar la depresión y la crisis interna que sufre el caudillo. Chávez apela a Dios para salvarse de su mal, y se entrega, sin complejo alguno, a la “medicina cubana” que si bien los hermanos Castros la han vendido como “el milagro de la Revolución Comunista de Cuba”, se encuentra en una etapa de decadencia, con un atraso tecnológico palpable.
        El caudillo de Sabaneta quedó enredado en sus propias trampas, y acosados por las “karmas” se refugia en los brazos de su adoptivo padre que ve con preocupación que su “hijo” tiene los días contados, y que con la enfermedad del otrora “dueño de la hacienda venezolana”, sucumbe a su vez la sostenibilidad del miserable  régimen castrista que ha sobrevivido en la última décadas gracias a “benevolencia y la corrupción” de Hugo Chávez. 
        Los venezolanos no habían imaginado este nuevo capítulo de la historia del país.  Tanto las jaurías chavista que empiezan a saborear el poder desde varios flancos, como los mismos opositores, no estaban preparados para el reto que representa la caída de un régimen autoritario por la enfermedad del máximo jefe. Inmovilizados, los jefes del chavismo aun no consiguen hilvanar una acción definitiva que asemeje a un “cierto control de la situación”. 
        El miedo es libre, y se siente en un  ambiente donde huele a traición, y donde se desempolvan candidatos moribundos “expertos en maniobras políticas”, que mantienen contactos con personajillos de la elite destituida a finales del siglo pasado, capaces de todo por recuperar su espacio en la escena. Muchos son “ los espíritus soliviantados”  que  “prometen”  a los desconcertados chavistas servir de puente para evitar que el “aluvión” se los lleve a todos por igual en la movediza e inestable situación que vive la sociedad venezolana.
        La crisis carcelaria, la inseguridad, el problema  eléctrico, la escasez de productos de la cesta básica, el pésimo estado en que se encuentran los hospitales, las escuelas, las vías, el transporte público,  hacen que el panorama se convierta en una fotografía segura de caos e ingobernabilidad.
       La ausencia del líder manipulador y altanero dejó a la revolución desnuda. Pareciera que el tiempo de “esplendor revolucionario” quedó atrás, y las graves consecuencias de las políticas de Hugo Chávez empiezan asfixiar repentinamente. La escena nacional luce patética y descontrolada. ¿El internacional? Peor aún, los castigos por violar sanciones y por haberse aliado a los peores gobiernos del mundo no se hacen esperar. PDVSA ya ha sido sancionada por los EE.UU y EU por ayudar al régimen de la República Islámica de Irán a violar las resoluciones del Consejo de Seguridad. 
    Chávez arrastró a Venezuela al barranco del terrorismo internacional, al establecer alianzas y convenios estratégicos con Estados forajidos,  y con las principales organizaciones terroristas del planeta como Hezbollah, ETA, Euskadi Ta Askatasuna, FARC, Hamas, Frente Popular de Liberación de Palestina, Aj-Jihadm entre otros. Las sanciones por tan maléficas asociaciones han tardado pero vienen seguras. La próxima semana, Venezuela ocupará nuevamente los titulares de la prensa mundial, esta vez, no por las discursos y las confesiones del líder moribundo encuevado  en La Habana, sino por las medidas que en contra de Venezuela se tomarán en el Congreso de los Estados Unidos por los vínculos del gobierno de Hugo Chávez con el grupo terrorista Hezbollah y su estrecha colaboración con  Mahmoud Ahmadinejad, quien ha utilizado empresas y bancos del Estado venezolano para hacer sus negocios en territorio prohibido y acceder a las materias primas como el “polvo amarillo” que le permiten hacerse de armas nucleares que amenazan a Occidente.
  Pareciera que el cáncer de Chávez se expandió por toda Venezuela y que dicho mal puso bajo tierra los megalómanos objetivos del paliducho paciente, que ruega a Dios que lo mantenga con vida hasta que el cuerpo aguante.