Por Maibort Petit
En los régimenes autoritarios, los medios libres e independientes son siempre un estorbo para el dictador. Su afán de callar a la oposición e imponer el silencio como mecanismo estructural de la sociedad es un asunto que se ha repetido en la historia en múltiples oportunidades.
En Venezuela, Hugo Chávez ha mantenido una lucha permanente por controlar los medios de comunciación social desde su llegada al poder. En 12 años ha avanzado lo suficiente como para haber acallado a las más importantes voces del país otrora democrático. RCTV es el símbolo de la censura impuesta desde el gobierno.
El dictador arremetió, esta vez, contra Marta Colomina, una periodista con una impecable formación académica, una luchadora a tiempo completo que ha dado lo mejor de sí en la pelea por recuperar la democracia y la cordura en Venezuela. Marta Colomina es una agerrida crítica que denuncia las atrocidades cometidas desde el gobierno y los abusos de sus funcionarios.
El régimen pidió la cabeza de Marta Colomina porque sus verdades le duelen, porque sus críticas irritan a Hugo Chávez.
El Circuito Unión Radio cedió a las presiones del régimen para evitar el cierre de sus emisoras y ha aceptado arrodillarse ante el caudillo bajando el tono de sus programación política y silenciando a las voces críticas.
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El miedo es libre y anda suelto en toda Venezuela. Las presiones del gobierno y lo costoso de las multas impuestas por Conatel obligaron al Circuito Unión Radio a ceder a las presiones y a silenciar a la profesora Marta Colomina.
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Eliminando la crítica, el análisis, las denuncias y la polémica, el Circuito Unión Radio pone sus barbas en remojo, y de salva de la furia del régimen.
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La junta Directiva del CUR prefirió la salida más fácil para evitar pérdidas económicas y acosos policiales. La programación de las estaciones se acomodará a las exigencias de Conatel y como se usa en todas las dictaduras, probablemente dicten la pauta desde Miraflores.