A la par del acuerdo con Irán, la alianza Bolivia-Rusia constituye un desafío a la influencia estadounidense en América Latina al tiempo que se trata de una reconfiguración de las dinámicas geopolíticas suramericanas que genera tensiones con Argentina y otros vecinos.
Así lo establece un informe que advierte que si bien esta alianza se perfila como una relación que ofrece oportunidades para el desarrollo boliviano, igualmente enciende las alarmas al observar la opacidad de los acuerdos suscritos. Tampoco pasan por alto las advertencias acerca de la posible intersección con redes criminales.
Esta alianza estratégica entre Bolivia y Rusia contempla acuerdos y convenios en materia energética, tecnología nuclear, minería de litio, tierras raras entre las que se cuentan lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio y terbio, entre otros.
Un vínculo que se fortaleció desde 2023 y que refuerza la cooperación política, educativa y militar entre los dos países. Una relación que, sin duda alguna, constituye una reconfiguración geopolítica en América Latina.
Esta relación plantea una serie de interrogantes sobre todo al analizarla a la luz de la crisis interna boliviana y de las elecciones de 2025. También preocupa la interacción con el Operativo Roca en la Argentina.
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Conexión y áreas de cooperación
El informe deja sentada que la alianza Bolivia-Rusia junto a la conexión del país suramericano con Irán —en especial en lo relativo a cooperación militar y tecnológica— genera inquietud sobre seguridad regional.
Este acercamiento entre el país del altiplano y la Federación Rusa contempla áreas clave de cooperación entre ambos países, tales como energía y combustibles, gas natural, investigación nuclear, capacitación y transferencia tecnológica, cooperación militar, entre otros.
Veamos en detalle:
Energía y combustibles
Dado que Bolivia depende en gran medida de la importación de combustibles, la importación de diésel ruso se intensificó desde diciembre de 2024. Esta decisión boliviana constituye un cambio estructural de su política energética. En tal sentido, se alerta sobre que esta dependencia creciente podría limitar la autonomía energética de Bolivia y podría ser utilizada por Rusia como «palanca geopolítica».
Proyectos de gas natural
En la actualidad se llevan a cabo negociaciones entre Gazprom y YPFB en materia de exploración y explotación de nuevos yacimientos de gas natural. Algunas versiones señalan que Rusia podría financiar la modernización de infraestructura boliviana a cambio de acceso preferencial. La falta de información y transparencia de dichas negociaciones genera dudas sobre los términos de la misma.
Centro de Investigación Nuclear (CIDTN)

A la cabeza del Centro de Investigación Nuclear (CIDTN), el cual se desarrolla en El Alto, se encuentra el holding de empresas estatales rusas Rosatom, el cual se erige como el «mayor proyecto nuclear ruso en América Latina». Se prevé su conclusión para fines de 2025. Incluye un reactor de investigación, instalaciones para medicina nuclear y aplicaciones agrícolas.
La revista especializada en defensa y espacio aéreo “Jane’s Defence Weekly” advirtió sobre su «potencial uso dual», lo que incluiría vigilancia electrónica o desarrollo de capacidades técnicas para aplicaciones militares. El informe refiere que la cooperación en la gestión del combustible nuclear fortalece esta colaboración. Se apunta que Rosatom también ganó una licitación en Brasil para el procesamiento y enriquecimiento de uranio, con planes de cooperación nuclear más amplios con Brasil a finales de 2025.
Capacitación y transferencia tecnológica
En Rusia fueron capacitados más de 200 técnicos bolivianos, de acuerdo a información de Rosatom. Foros de inteligencia sugieren que esta formación podría incluir «conocimientos sensibles, como manejo de materiales radiactivos«, lo que causa preocupación en agencias de inteligencia occidentales.
Minería del litio y proyectos estratégicos
En el salar de Uyuni, Uranium One Group (Rosatom) y YLB desarrollan una planta piloto de extracción directa de litio. El proyecto se traduce en una inversión de USD 970 millones, lo que posiciona a Rusia como un actor clave en el «triángulo del litio» (Bolivia, Argentina, Chile).
Alertas
El informe fórmula algunas alertas dirigidas, en primer lugar, a advertir sobre la opacidad de los acuerdos suscritos entre Rusia y Bolivia y sobre la percepción regional que de ellos se tienen. Se subraya la falta de detalles públicos sobre el CIDTN lo que alimenta sospechas en Chile y Perú, donde temen que Bolivia se convierta en un «centro de influencia rusa en la región».
En materia de competencia global, el informe refiere que Rosatom compite con empresas chinas y occidentales por el litio boliviano. Destaca que Bolivia prefiere socios no occidentales para evitar condiciones políticas. Sin embargo, se plantea si la tecnología rusa es tan avanzada como la china.
Del mismo modo se referencia a que el litio es crítico para la transición energética global y Rusia podría buscar asegurar acceso para negociar con China y Europa, mientras Bolivia utiliza el proyecto para proyectar soberanía. La oposición boliviana critica la «falta de transparencia en los contratos».
Se indica que Rusia ha vendido a Bolivia equipos militares, entre ellos, sistemas antiaéreos y blindados, a la par de que ofrece entrenamiento. Aunque es en menor medida que con Venezuela, refuerzan las capacidades bolivianas.
Con el respaldo de Rusia, Bolivia se convirtió en Estado socio de los BRICS en enero de 2025. Esto fortaleció su «proyección internacional y su alineación con un bloque antioccidental». Se especula con transacciones de litio en monedas alternativas al dólar. Los acuerdos educativos en los cuales se contempla la enseñanza del ruso y becas, procuran «consolidar una narrativa antiimperialista».
Algunas publicaciones sugieren que esta cooperación podría incluir «sistemas de ciberdefensa», lo que preocupa a EE. UU. y a Argentina por el potencial de Bolivia como «proxy» ruso.
Asimismo, el acuerdo Bolivia-Irán de 2023 incluye drones Shahed-136. Discusiones en la web profunda sugieren que Rusia podría «estar facilitando esta cooperación, creando un eje de transferencia tecnológica militar entre Moscú, Teherán y La Paz».
Implicaciones geopolíticas y de seguridad
El informe refiere que la alianza Bolivia-Rusia y el acuerdo con Irán se corresponden a un «eje emergente que incluye a China y Corea del Norte», descrito como un «cuarteto del caos» por analistas estadounidenses. Tal eje tiene por objetivo «contrarrestar la influencia de EE. UU.», pero carece de cohesión ideológica más allá del antiimperialismo.
Entretanto, Argentina, Chile y Brasil observan con recelo estas alianzas. Por ejemplo, la coincidencia temporal del acuerdo Bolivia-Irán con el aniversario del atentado a la AMIA generó protestas argentinas. La percepción de Bolivia como «base para actividades iraníes, posiblemente con apoyo ruso, intensifica las tensiones».
Igualmente, la alineación con potencias sancionadas podría limitar el acceso de Bolivia a mercados occidentales, situación que complica su integración en Mercosur o su relación con la Unión Europea. Se advierte sobre una posible «trampa de deuda» similar a la de Sri Lanka con China.
Seguridad regional y percepción de amenaza
El posible uso dual de la energía nuclear, el CIDTN y los drones iraníes generan preocupaciones. Se especula que el centro nuclear podría tener anexados sectores para vigilancia electrónica o incluso que podría ser usado como base para operaciones cibernéticas rusas.
La proximidad a la Triple Frontera, foco de narcotráfico y actividades de Hezbollah, amplifica los riesgos. Hay informes que sugieren que Irán podría estar utilizando redes criminales en Bolivia para financiar operaciones, «posiblemente con apoyo logístico ruso».
La administración de Donald Trump mantiene una postura dura hacia gobiernos izquierdistas. Hay analistas que creen que EE. UU. podría imponer «sanciones a Bolivia si percibe una amenaza directa», especialmente por los drones iraníes o el CIDTN.
Del mismo modo, se refiere que el interés de Elon Musk en el litio boliviano podría traducirse en «presiones para desplazar a Rusia y China del sector». La congelación de fondos antinarcóticos por parte de la administración Trump en marzo de 2025 podría indicar un «giro de reemplazo, donde la operatoria de seguridad se apalancaría sobre las FF. AA.», con un juego más interno. La designación de carteles mexicanos y otras organizaciones como terroristas por parte de Trump refuerza este enfoque.
Se cita que tanto el memorando Bolivia-Irán, como la alianza rusa son opacos, lo que genera desconfianza regional. Ambos acuerdos buscan diversificar socios y desafiar a EE. UU. El acuerdo con Irán podría ser más simbólico, pero su combinación con la cooperación rusa «crea una percepción de amenaza».
Se cree que los drones Shahed-136 y la cooperación nuclear rusa podrían estar interconectados, lo que sugiere que Rusia «facilita la transferencia de tecnología iraní a Bolivia, lo que crea un eje de cooperación militar» que tiene como objetivo a Washington y a especialistas en Argentina y Chile.
También Argentina ve el acuerdo con Irán como una «velada amenaza a la seguridad regional». Se estima que la coincidencia temporal de este acuerdo con Irán con el fortalecimiento de lazos con Rusia es una «estrategia boliviana coordinada, posiblemente con mediación china».
Aunque la polarización política y la crisis económica no se abordan en los acuerdos, esto podría limitar la implementación de dichos acuerdos y afectar las elecciones de 2025, con riesgo de «crisis social y política de gran envergadura». La situación económica crítica hace a Bolivia «una presa fácil de estos países antioccidentales».
Asimismo, se hace referencia a informes que indican que Bolivia podría ser un «nodo para la minería ilegal, el narcotráfico, la venta de madera exótica y minerales estratégicos» con posible involucramiento de actores vinculados a organizaciones criminales.
Recomendaciones estratégicas
El informe formula algunas recomendaciones:
- Crear un equipo de diálogo y cooperación con servicios de inteligencia vecinos y agencias internacionales (EUROPOL, agencias estadounidenses, Comando Sur) para compartir información y realizar operaciones conjuntas. Enfoque en el CIDTN, drones iraníes y redes criminales.
- Promover un diálogo en la OEA para abordar las preocupaciones regionales, invitando a Bolivia a transparentar sus acuerdos. Evitar posturas confrontacionales.
- Buscar apoyo de inteligencia satelital y tecnología de vigilancia de EE. UU.
- Combatir el narcotráfico y posibles actividades iraníes en la Triple Frontera, con colaboración estrecha con el sistema de inteligencia paraguayo.
- Incrementar la colaboración directa de inteligencia con Chile y Perú.
- Utilizar foros internacionales (ONU, OIEA, OEA) para presionar a Bolivia a publicar los detalles de sus acuerdos con Rusia e Irán, especialmente en áreas sensibles.
- Profundizar alianzas sudamericanas y con agencias de EE. UU. para vigilar posibles intentos de Rusia e Irán de influir en las elecciones bolivianas de 2025. Apoyar a organismos como la OEA para garantizar transparencia electoral.
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