El informe del canal saudí Al-Hadath, publicado recientemente, asegura que sobre 400 comandantes de campo de Hezbolá habrían huído desde el Líbano hacia países sudamericanos como Venezuela, Ecuador, Colombia y Brasil, junto con sus familias. Según la información, citando a una fuente de la embajada argentina en el Líbano, esta decisión estaría motivada por la preocupación por la vigilancia ante el desmantelamiento de la infraestructura militar de Hezbolá tras el acuerdo de alto el fuego con Israel en noviembre de 2024.

Hasta ahora , no existe confirmación oficial de esta información por parte de fuentes libanesas o de Hezbolá, lo que añade incertidumbre al tema. A continuación, se explora el contexto, las implicaciones y los antecedentes que rodean esta posible migración, considerando la presencia histórica de Hezbolá en Sudamérica y sus vínculos con organizaciones criminales.
Hezbolá, considerado una organización terrorista por varios países, tiene una historia de actividades ilícitas en Sudamérica, como el narcotráfico y el lavado de dinero, especialmente en la Triple Frontera. La relocalización de 400 comandantes fue levantar las alertas que Estados Unidos ya ha planteado sobre la seguridad regional y las relaciones internacionales, especialmente con países como Venezuela, cuyo régimen está acusado de apoyar a Hezbolá.
La presencia de Hezbolá en Sudamérica no es nueva, con líderes como Hussein Ahmad Karaki identificados como responsables de operaciones en la región. Sin embargo, la magnitud del movimiento reportado debe ser investigado por las autoridades.
El partido de Dios
Hezbolá, una organización chiita libanesa con fuertes lazos con Irán, ha mantenido una presencia significativa en América Latina desde la década de 1980, particularmente en la región conocida como la Triple Frontera, que incluye Argentina, Brasil y Paraguay. Esta área, caracterizada por su relativa falta de gobernanza, ha sido un centro para actividades de recaudación de fondos a través de operaciones ilícitas, como el narcotráfico, el lavado de dinero, la falsificación y el contrabando. Según un informe del Wilson Center de 2023, Hezbolá capitalizó las comunidades libanesas y chiitas en la región para establecer empresas ilícitas que financian sus operaciones en Oriente Medio y otros lugares (Rising Concerns about Hezbollah in Latin America Amid Middle East Conflict | Wilson Center).
La organización ha sido vinculada a ataques terroristas en la región, como los atentados contra la embajada israelí y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires en 1992 y 1994, respectivamente, que causaron más de 100 muertes. Líderes como Hussein Ahmad Karaki, identificado en octubre de 2024 como el líder de Hezbolá en América Latina por el ministro de Seguridad argentino Patricia Bullrich, han sido señalados como responsables de estas operaciones (Hezbollah’s Expansion in Latin America Through the AMIA Network – Diálogo Américas). Otro ejemplo es Samuel Salman El Reda, un hombre colombo-libanés acusado de planificar y ejecutar ataques terroristas en la década de 1990, incluyendo el atentado de AMIA, y recientemente acusado por el Departamento de Justicia de EE.UU. en diciembre de 2023 por conspiración para apoyar a una organización terrorista.
El Acuerdo de Alto el Fuego
El acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbolá, firmado el 27 de noviembre de 2024 y mediado por países como Estados Unidos, marcó el fin de 13 meses de conflicto, con un cese de hostilidades de 60 días. Este acuerdo estipula que Israel debe retirar sus fuerzas del sur del Líbano, mientras que Hezbolá debe retirar sus fuerzas al norte del río Litani, con un panel de monitoreo de cinco países liderado por EE.UU. y el despliegue de 5,000 tropas libanesas para garantizar el cumplimiento. Este proceso conlleva un desmantelamiento parcial de la infraestructura militar de Hezbolá en el sur de Líbano, lo que podría haber aumentado la presión y la vigilancia sobre sus operativos.
Varios expertos se habían adelantado a advertir que era plausible que algunos miembros de Hezbolá, especialmente aquellos involucrados en operaciones militares, busquen refugiarse o reubicar sus actividades en áreas donde ya tienen redes establecidas, como Sudamérica. Países como Venezuela, acusados de tener vínculos con Hezbolá e Irán, podrían ofrecer un entorno más favorable. Por ejemplo, un informe de 2022 de Al Arabiya English destacó los lazos entre Hezbolá y el régimen de Nicolás Maduro, sugiriendo que Venezuela actúa como una base operativa avanzada para la organización (Colombia is tackling the threat of Hezbollah in South America | Al Arabiya English).
Según estimaciones, Hezbolá tiene entre 20,000 y 50,000 combatientes, con miles de reservistas, pero el número exacto de comandantes de campo no está claro. Si se incluye a líderes de nivel inferior, la cifra podría ser ajustada a la realidad, pero sigue siendo especulativa sin confirmación.
Vínculos con Organizaciones Criminales y Actividades Ilícitas
Hezbolá tiene vínculos en Sudamérica con organizaciones criminales, y forman parte de la estructura de los cárteles de la droga que constituye una parte significativa de sus ingresos. Según un informe de RAND de marzo de 2025, Hezbolá utiliza mecanismos de financiación ilícita en la región, incluyendo el tráfico de drogas y el lavado de dinero, para sostener sus operaciones globales. Estos lazos permiten a la organización integrarse en redes locales, como el Primer Comando da Capital en Brasil o el Cártel de Sinaloa en México, Cártel de los Soles facilitando su presencia y operaciones.
Las investigaciones han señalado que la región de la Triple Frontera, conocida por su falta de gobernanza, ha sido un centro para las actividades criminales de Hezbolá, con reportes de minería de criptomonedas y otras operaciones ilícitas. Una estructura de esta naturaleza , permitiría que los comandantes o miembros de Hezbolá vean en la región una oportunidad para continuar sus actividades lejos de la presión en Líbano.
Seguridad Regional e Internacional
La posible relocalización de comandantes de Hezbolá en Sudamérica implicaría un problema para la seguridad regional y las relaciones internacionales. Países como Argentina, Colombia y Paraguay, que designaron a Hezbolá como organización terrorista, podrían intensificar sus esfuerzos de monitoreo y cooperación con EE.UU. y otros aliados. Un proyecto de ley de EE.UU. de marzo de 2025 busca exigir a los estados latinoamericanos que actúen contra Hezbolá o enfrenten consecuencias.
La relación de Venezuela con Hezbolá complica aún más la crisis diplomática por el no reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente legítimo, además de las acusaciones que pesan sobre los principales cabecillas del régimen y sus presuntas vinculaciones con el narcoterrorismo. Actualmente, el gobierno de Estados Unidos ha impuestos nuevas sanciones contra el régimen y un arancel de 25 % para los países que sigan negociando con la tiranía venezolana en el ámbito de petróleo y gas.
La migración de operativos de Hezbolá podría aumentar la vulnerabilidad de comunidades judías en la región, como se vio en los arrestos en Brasil en 2023 por planes de ataque a objetivos judíos.