Caso Flores: Conoce cuánto deben pagar los prisioneros de las cárceles federales de EEUU

Por Maibort Petit
@maibortpetit

El caso de los sobrinos de la pareja presidencial de Venezuela, Efraín Antonio Campos Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas ha acaparado la atención de la opinión pública internacional. Entre las curiosidades que me llegan de los lectores de este blog, están varias consultas sobre los gastos en los que incurren los presos en las cárceles federales norteamericanas. Un joven estudiante llamado José P, de la Universidad Católica Andrés Bello preguntó lo siguiente: ¿Los primos Flores están viviendo en la cárcel federal de NY a “costillas” del gobierno de los Estados Unidos o ellos tienen que pagar, por ejemplo, la comida o lo que cobraron los abogados públicos que usaron y luego despidieron para contratar a los privados?….porque allá todo se paga. 

La respuesta a esta pregunta es afirmativa. En los Estados Unidos las cárceles son privadas y los prisioneros -que son condenado por violaciones de las leyes- deben pagar por los servicios recibidos. Inclusive, muchos deben correr con los coste de honorarios de los defensores públicos si el juez de la causa lo considera conveniente. 


En estos momentos, los “sobrinos presidenciales”, acusados por el gobierno federal de querer importar 800 kilos de cocaína a los Estados Unidos se encuentra en prisión preventiva desde el 10 de noviembre de 2015. Ambos están recluidos en una celda en el Metropolitan Correctional Center de Manhattan. Mientras estén en prisión preventiva, el gobierno cubre los costos de reclusión, lo que indica que los primos Flores no tiene que pagar por su estancia en esa prisión sino que el gobierno corre con los gastos hasta que se produzca la sentencia. De llegar a ser condenados, los sobrinos de Cilia Flores deben pagar por muchos de los servicios recibidos, incluyendo su celda y la comida. Para costear las deudas pueden optar por trabajos remunerados en el mismo sistema carcelario, tal como ocurre con ciento de miles de prisioneros en las cárceles norteamericanas o, en pocos casos, aceptar donaciones de familiares o terceros.

Nada es gratis…todo se paga tarde o temprano

El sistema carcelario norteamericano es uno de los más costosos del mundo y en la mayoría de los casos, los reos deben pagar por la totalidad de los días que pasen tras las rejas. En ciudades como Nueva York, por ejemplo, y de acuerdo al reporte del Departamento de Prisiones Federales 2014, los presos cuestan anualmente $60.000 dólares. En otros estados el costo es menor. Antes de la condena, los presos sólo pagan por sus servicios personales y las tarifas legales. Luego de ser condenados, están obligados a pagar costes legales, multas, las deudas de reclusión y otros gastos relacionados que la corte considere.

El grueso de la población carcelaria paga su celda, (Pay-to-stay) y la comida. Inclusive, muchos deben pagar el sistema de monitoreo y alarmas que usan para salir en libertad bajo fianza o condicional. Por ejemplo, el brazalete para monitorear los movimientos del expresidente de la Federación Venezolana de Fútbol, Rafael Esquivel Melo (quien está siendo acusado por 11 delitos en los EEUU, y se encuentra en libertad bajo fianza desde el pasado mes de marzo en su residencia de la Florida) cuesta $300 dólares mensuales aproximadamente. Estar en libertad condicional cuesta a entre $80 y $100 al mes. 

En el caso de los sobrinos de Cilia Flores, que no han sido condenados aún, están obligados a pagar una parte de sus gastos personales. El sitio de reclusión de los Flores, el MCC, tiene uno de los precios más altos de las cárceles del país para los siguientes servicios: papel toilet, co-pagos de seguros médicos, prescripciones, servicios dentales, comida, uniformes, artículos de higiene, llamadas telefónicas, Internet, pruebas de drogas, honorarios de visitas, gastos de reserva, y otros en los que incurran los  internos antes del juicio. 

El informe realizado por el Departamento de la Justicia estadounidense del año 2014 estima que 10 millones de personas deben pagar más de $50 mil millones en deudas resultantes de su participación en el sistema justicia penal. En las últimas décadas, las tasas adicionales por los servicios que se le cobran a los prisioneros en las cárceles federales, estatales y municipales han proliferado, como por ejemplo el recargo por delito graves.

Los cobros a los reclusos son el resultado del aumento de la población carcelaria y el descontrolado incremento de los presupuestos que ha generado un alto déficit en las administraciones estatales, locales y en la federal de prisiones. Como resultado, los reos que son ciudadanos estadounidenses salen con deudas que al no ser pagadas aumentan por las multas adicionales. En el caso de los extranjeros, las deudas deben ser canceladas a su salida del recinto.

A pesar que muchos abogados y familiares de los presos han solicitado eliminarlas esos cargos, alegando que dichos cobros podrían violar la cláusula de castigo cruel e inusual de la Octava Enmienda, hasta el momento las cortes no se han pronunciado al respecto y consideran que los cobros son legales y no violan la constitución del país.